A pesar de que puedan parecer una pieza de menor importancia para la seguridad del conductor y sus pasajeros, unos limpiaparabrisas en buen estado son de gran ayuda cuando se presentan condiciones atmosféricas adversas a una buena conducción, como podrían ser la lluvia, la nieve o el polvo.
La recomendación de los expertos es que esta pieza debe cambiarse más o menos cada dos años, independientemente de si se han usado mucho o no. Los ruidos o un barrido disparejo también son señales de que es hora de reemplazar la pieza.
Además de ser útil para la seguridad, un limpiaparabrisas en buen estado ayuda a mantener diáfano el cristal del parabrisas. El momento ideal para cambiarlos es en invierno, pues el sol del verano es lo que más los afecta. Se trata de un procedimiento que puedes realizar tumismo, excepto en caso de que el brazo que los une con el capó esté defectuoso.
Pasos para un cambio exitoso
Lo primero que debes hacer es medir cada uno de los limpiaparabrisas, pues en ocasiones el del piloto, el del copiloto y el trasero no miden lo mismo. Ya con las medidas claras ve a una tienda o concesionario y adquiere las piezas recomendadas para la marca y modelo de tu coche.
Antes de instalarlos debes mojar la luna o parabrisas para evitar que se raye al activar el limpiaparabrisas, y dejar la goma sin restos de polvo. El paso siguiente es poner en funcionamiento el limpiaparabrisas viejo y apagar el coche cuando estén en posición vertical.
A continuación lleva el limpiaparabrisas hacia ti y busca el mecanismo de sujeción, que por lo general es una pestaña o pasador que lo engancha con el brazo fijado al capó. En la mayoría de los casos lo que debes hacer es levantar la pestaña para sacar el limpiaparabrisas viejo e instalar el nuevo.
Por último, humedece la luna y pon en funcionamiento los limpiaparabrisas, para verificar que hayan quedado funcionando a la par. Si no es así apaga el coche, llévalos manualmente hacia la posición inferior para emparejarlos y enciende de nuevo. Otra de las fallas que pueden ocurrir es que no funcionen en absoluto, caso en el que lo recomendable es repetir la operación.