Pequeños detalles a cuidar durante el lavado del coche

Toca lavar el coche. En fin, si hay que hacerlo, hagámoslo antes de que nos enteremos por un mensajito en el polvo de la luna trasera que debemos hacerlo o, lo que es aun peor, que Pepito-corazón-Milagritos.

Para limpiar el coche, comenzaremos dándole un buen baño con agua sola, de modo que eliminemos el polvo y la capa más evidente de suciedad. Ahora, a enjabonarlo. Lo haremos con un jabón líquido que lubrique bastante, de modo que la esponja o el cepillo no rayen la carrocería. Una esponja o cepillo, por cierto, suaves.

Frotar en línea recta

Una cosa: si no queremos que queden marcas, restregones o arañazos, frotemos en línea recta, no de forma circular. Es decir que lo de “dal sela. Pulil sela” estaba muy bien para hacer la gracia de la peli de Karate Kid, pero nada más. Aclaramos con abundante agua.

En cuanto al secado, lo ideal es que el coche no se seque al aire para que no se nos marquen las gotitas de agua. Usemos a los efectos un paño de microfibra o de algodón.

La cera, para proteger la carrocería

Por lo que respecta al encerado, diremos que, además de dejar el vehículo brillante, sirve para protegerlo de la suciedad que suele adherirse a la chapa. Lo recomendable es darle una capa de cera cada 2 o 3 meses.

Todo esto se refiere al lavado a mano de la carrocería, de modo que no hemos hablado de túneles de lavado ni mangueras a presión de las gasolineras. Tampoco nos hemos referido a cómo limpiar el coche por dentro. Ni a poner énfasis en lugares como retrovisores, llantas y algunos otros sitios donde la suciedad se empeña en esconderse…

Sólo diremos que, si se cumple la Ley de Murphy, en cuanto hayamos terminado de lavar el coche, se pondrá a llover.

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