Como las personas, pasando de cierta edad nuestro coche necesitará que lo cuidemos un poco más. Nada que no tuviéramos que haber hecho antes, sólo que ahora, más que importante, es imprescindible, si no queremos que nuestro compañero de fatigas y correrías se nos quede tirado en mitad del camino.
Para empezar, revisemos a menudo los líquidos de coche: los pequeños desajustes provocados por el desgaste hacen que los consuma en mayores cantidades y, sin la cantidad óptima de aceite, agua y otros fluidos, la avería está casi garantizada.
Las máquinas y el cuerpo requieren cuidados paralelos
Del mismo modo, hemos de evitar que nuestro “viejecito” se acalore, manteniendo siempre a punto el sistema de refrigeración y cambiando su filtro cuando sea preciso. Es tan importante este punto como el que se refiere a la lubricación, ya que un fallo de este sistema podría incluso griparnos el motor.
Hidratado y ventilado, el anciano vehículo ha de evitar resbalones y golpes mediante un buen calzado. Sólo que en lugar de zapatillas usa unas ruedas que han de presentar un dibujo con un mínimo de profundidad y han de llevar la presión de aire correcta.
Más cuidados y ¡más cuidado!
Más puntos de atención para que el “abuelo sobre ruedas” viva más. Al igual que cuando nos hacemos mayores necesitamos más de los servicios del médico y podemos hacer menos esfuerzos y locuras, cuando un coche envejece precisa de más atención del mecánico y deben evitársele conducciones bruscas y malos hábitos al volante.
Finalmente, el coche debe permanecer limpio y guardado en el garaje, al igual que una persona mayor ha cuidar mucho su higiene y sus hábitos de descanso. Si seguimos éste y el resto de los consejos prolongaremos la vida de nuestro coche. Lástima que con las personas no sea igual