Antes que nada, y para entender la respuesta, sepamos cuál es la función del aceite en el motor del coche. El aceite lubrica el motor, haciendo que las partes móviles se deslicen más fácilmente y no se desgasten tanto. Incluso evita que el calor del roce llegue a fundir el metal del motor y, con ello, griparlo.
Dividamos ahora los aceites en 3 grandes grupos: minerales, sintéticos y una mezcla de ambos. Los primeros se forman a partir de una base refinada de petróleo; los segundos, en cambio, la base de petróleo que llevan es una que se ha sometido a procesos químicos en el laboratorio, de forma que cumple otra serie de funciones.
La mayor diferencia, el número de kilómetros
La gran diferencia es que el aceite sintético mejora la protección del motor y se mantiene utilizable durante más tiempo. Y, como hemos habado de un tercer tipo de lubricante, mencionaremos que la mezcla de ambos tipos es más cara que cualquiera de ellos, mejor que el mineral pero peor que el sintético.
En cualquier caso, a la hora de elegir un aceite no debemos fijarnos tanto en su base como en sus propiedades. Se trata de que esté lo bastante viscoso en frío como para adherirse a las piezas del motor y empezar a lubricarlo nada más arrancar.
Lubricar en caliente y adherirse en frío
Asimismo, en caliente ha de ser lo bastante fluido como hacer correr las piezas que se rozan, pero lo bastante viscoso como para untarlas. Dicho esto, parece que la elección ideal es la del aceite que cumpla el requisito de lubricar en caliente y adherirse en frío. Ambos tipos lo hacen, pero el sintético durante más kilómetros.