Vamos a suponer que deseamos cambiar las bujías en un coche en el que la operación es medianamente fácil: uno de cuatro cilindros o de seis en línea, en el que estas piezas suelen ser de fácil acceso.
Eso sí, antes de realizar el cambio, hemos de tomar alguna que otra precaución, como es el caso de no reemplazarlas en un motor de cámara de aluminio mientras esté caliente: es fácil que dañemos la rosca donde se atornillan las bujías, con lo tendríamos que pagar una reparación bastante cara y lo que pretendemos que sea un ahorro en mano de obra resultará un gasto que nos va a descuadrar las cuentas de todo del mes.
El proceso de cambio de bujías
Otra cuestión que hemos de tener en cuenta es que los cables no son alargados para que tiremos de ellos más cómodamente: al momento de retirarlos, hagámoslo tirando fuerte pero sin brusquedad del estuche de protección del extremo. Saldrán mucho mejor con un movimiento rotatorio y si usamos una herramienta específica para esta función. Si, además, ponemos una gota de aceite en las bujías antes de atornillarlas, el próximo cambio será más sencillo.
Una vez fuera, las bujías pueden darnos pistas sobre el estado del motor, de modo que es bueno observarlas detenidamente y ver qué tipo de residuos las cubren para, por ejemplo, evitarnos un disgusto con el carburador. Pero eso es harina de otro costal. Ya tenemos las bujías fuera.
Antes de instalar las nuevas, asegurémonos de que el modelo que estamos a punto de acoplar es el que se nos indica en el manual de coche. Sabido esto, es sólo cuestión de ajustar cada bujía en su lugar, sin forzarlas en exceso. Una vez que no podamos girarlas con la mano, tomamos la llave que a tales efectos suele traer la caja de herramientas de nuestro coche, la giramos un cuarto de vuelta y la bujía se quedará perfectamente ajustada. Reconectamos cuanto tengamos que reconectar y nuestro coche ya dispondrá de bujías nuevas.