Uno de los puntos que hemos de revisar con frecuencia en nuestro coche son las ruedas, básicas para nuestra seguridad. Pero si vamos a emprender un viaje largo, en el que el coche acabará por verse sometido a una verdadera prueba de resistencia, la revisión más que importante es imprescindible.
Para empezar hemos de echarle un vistazo a las ruedas con tiempo: al menos unos días antes, para tener margen de tiempo si hubiera que realizar cambios o reparaciones.
Desgaste y presión
Y lo primero que apreciaremos en el neumático será el desgaste, que no dejaremos nunca pasar del límite que marca la ley, no tanto por evitarnos mutas cuanto por preservar nuestra vida. Mediremos, además, la profundidad de la banda de rodadura en diferentes puntos del neumático, pues no en todos los lugares el desgaste es igual.
Si encontramos cualquier defecto o problema, debemos acudir a un experto: con la seguridad, o incluso la vida, no se juega. Un desgaste desigual de los neumáticos del mismo eje puede indicar otros problemas de igual o mayor importancia.
Otra comprobación importantísima es la que se refiere a la presión de aire -con el neumático en frío-, que ha de mantenerse entre los parámetros que indica el fabricante (normalmente indicados en una pegatina en la parte baja del marco de la puerta del conductor).
Ni botar ni arrastrarse
Una presión demasiado alta hace que el coche “bote” y pierda agarre y maniobrabilidad; mientras que una baja, además de incrementar el gasto de combustible y el desgaste de la rueda, puede sobrecalentar el neumático por fricción y hacer que reviente: una experiencia muy desagradable a 120 kilómetros por hora.
Un último consejo, o mejor dicho, recordatorio: cuando se trata de neumáticos, más vale un “por si acaso” que un “quién lo iba a decir”, entre otras cosas porque un fallo en estos elementos puede suponer que no podamos reparar nunca nada más, ni siquiera nuestra propia vida.